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exposiciones de arte actual en Zaragoza. Reseñas escogidas. 1962-2012. Ángel Azpeitia.  Edición y selección a cargo de Jesús Pedro Lorente   26 de abril de 2012    Galería A del Arte: José Ramón Magallón Sicilia y Sylvia Pennings. «Entropía»   La exposición tiene verdadero interés y merece visitar la con detenimiento. Me refiero a la que José Ramón Magallón Sicilia y Sylvia Pennings ofrecen bajo el título «Entropía» que, por cierto, no identifico plenamente con lo expuesto, aunque comprenda la libertad para elegir epígrafes e incluso admita amplias dosis de arbitrariedad al hacerlo. Pero debo comentar el término. Si se toma en el sentido de la termodinámica, designa lo que sirve para evaluar la degradación de energía en un sistema. No creo que proceda limitarla a medida del desorden. Y tampoco encuentro a ninguno de los dos artistas desorganizado. Por otra parte, la entropía quizás nos aporte más en el aspecto sociológico, como incertidumbre sobre la naturaleza de un mensaje. Y las dos propuestas…
Emboscarse: ser bosque, activar la mirada crítica, nunca ocultarse. Hay bosques allí donde somos bosques, allí donde somos ingobernables: hay bosques en cualquier lugar donde sea posible oponer resistencia. Los bosques pintados o dibujados en blanco y negro de Sylvia Pennings convierten a La Casa Amarilla en un bosque, en un escenario de reflexión y de crítica. Una de las preocupaciones de la artista ha sido la de abordar en su trabajo la progresiva falta de atención en la actual sociedad de la información a conceptos tales como intuición, reflexión o sabiduría; conceptos ya en desuso ante las posibilidades que brindan los dispositivos de conocimiento inmediato más avanzados. Por eso Sylvia Pennings decidió regresar a los bosques, lugares sagrados y escenarios de narraciones y relatos que cuentan nuestra historia olvidada, refugios que permiten la desconexión, e invitan a regresar al origen y ser partícipes del vínculo que nos une a…
 VISOR. el Periódico de Aragón. CHUS TUDELILLA.  15/04/2018  «Cuando Sylvia Pennings trabaja, como quien juega mientras pinta, afloran con naturalidad los impulsos de su infancia soñadora de niña extraviada entre los bosques y los prados de su país cual los de los libros de cuentos...», escribió Antonio Fernández Molina en 1993. Siempre tan intuitivo, el artista acertó en su análisis de la pintura de Sylvia Pennings. La de entonces y, lo que es más sorprendente, la más reciente. En realidad, aquellas palabras de Fernández Molina, tan lejanas ya, han acompañado la trayectoria pictórica de Pennings (Ámsterdam, 1961. Reside en Zaragoza desde 1989). Las cartografías vibrantes de color que señalaban todo lo que queda por decir mediante el entrecruzamiento gestual de puntos de encuentro y desencuentro, derivaron en pinturas de conflicto, frágiles en su desconcierto. Hasta que emergió el paisaje, tema que permitió a Sylvia Pennings enfrentar la incertidumbre con pinceladas de colores…
Heraldo. Alejandro Ratia. 17/07/2020.  La pintora holandesa, afincada en Zaragoza, explora el lenguaje de los árboles en su exposición 'Emboscarse' en La Casa Amarilla.  Una pintura acrílica, 'En el bosque', de Sylvia Pennings.S. P. /La Casa Amarilla. Michael Marder, en un reciente ensayo titulado 'El daimon de la vida vegetal', nos recuerda que “la espectralidad en su forma más intensa es vegetal” (Hallaremos este texto en el reciente libro colectivo sobre 'Lo demónico', coordinado por Andrés Ortiz-Osés y Luis Garagalza). “La confluencia del vivir y del morir en el mismo espacio y el mismo tiempo apoya la hipótesis de la naturaleza vegetal de la espectralidad”, leemos allí. Tomándole la palabra a Derrida, quien decía que los fantasmas son auténticos anfitriones, Marder se plantea si los fantasmas vegetales no resultarían ser los “anfitriones perfectos”.
Los cuentos, escribe Fabio Morábito, representan una excursión en el bosque de nuestras posibilidades como especie, son una verificación de nuestros recursos, por lo que lejos de contentarse con lo ya conseguido aspiran a nuevas posibilidades en nuestra capacidad de enfrentarnos al mundo. Los cuentos, señala, aúnan dos peculiaridades: pueden suceder una y otra vez, en lugares y tiempos distintos, quizás para advertirnos que en cualquier momento puede ocurrir lo mismo; y son historias que cambian continuamente, cada vez que se cuentan. Y en ese viaje a través del bosque, anuncia Catherine Orenstein, príncipes y princesas, niños y niñas, aprenden lecciones sociales y psicológicas que deben asimilar para alcanzar la mayoría de edad, porque los cuentos de hadas permean nuestra realidad y su eco se extiende de generación en generación. Así lo considera Sylvia Pennings, como queda evidente en el título que ha elegido para su exposición: Los cuentos son.…
conexiones permeables: hacia una redefinición afectiva de los lazos abiertos   introducción 00˜ y vínculo 01˜ afecto y convivencia vínculo 02˜ el viaje y el arraigo vínculo 03˜ memoria de experiencia compleja vínculo 04˜ paréntesis, hacia una crítica feminista    00 y 01 En el mismo momento en que intentamos, por cualquier causa, establecer unos nexos o lazos para el análisis de obras ya de por sí heterogéneas, también proponemos, de modo indirecto, una serie de límites argumentales que estructuran el discurso. Cuando alcanza- mos este punto hay, al menos, dos formas de actuar: la primera sería forzar de tal manera los principios teóricos que necesariamente se produzca un ajuste entre algunos de los estratos de la propuesta (prioridad del discurso sobre la obra); la segunda, un tanto más abstracta solicitaría que quien escribe se adapte a los fenómenos que observa, ofrezca un texto desnudo que simplemente acompañe o colabore…
Las siete artistas que conforman esta exposición cubren en su conjunto 45 años de la historia más reciente del arte. Julia Dorado —casualidades de la vida— participó en 1963 en una exposición que se llamó Seis pintoras zaragozanas y una ceramista y a raíz de aque­lla muestra se unió al Grupo Zaragoza que había recogido el testigo del Grupo Pórtico, que con Lagunas, Laguardia, Aguayo y otros, había dado el paso a la abstracción en España antes que nadie. Los años han ido pasando y se han incorporado al panorama artístico muchos artistas y de especial valía. La sociedad ha experimentado unos cambios extraordinarios, se han eliminado trabas que impe­dían la igualdad entre sexos y se han incorporado muchas mujeres al mundo del arte.Ya no hace falta buscar pseudónímos ni nom­bres artísticos masculinos para esconder una condición femenina. Es más, ni la pintura ni el arte en general son de…
«No la tentó a abandonar el camino del deber con joyas brillantes, ricos vestidos, lujos mundanos o placer sino con la promesa del conocimien­to, con la sabiduría dolos dioses. (..) Comparada con Adán resulta supe-sor durante todo el drama». LILUE DEVEREUX BIAKE A finales del XIX, Elizabeth Cady Stanton, pionera del feminismo norteamericano, dirigió un curioso proyecto de relectura de la Biblia, organizando un comité de exegetas femeninas donde a la escritora Lillie Devereux Blake le tocaría comentar el Génesis y, en concre­to, el episodio del Pecado Original. La tentación a la que sucumbe Eva no se refiere, según ella, a valores superficiales o quincalla moral, sino a la conquista de la sabiduría como un valor intercambiable con la inmortalidad. La comentarista viene a decirnos que la serpiente no hubiera podido engañar al hombre, porque éste, satisfechas sus necesidades materiales y establecido su reinado sobre la naturale­za, no hubiera cambiado…
Cuando Sylvia Pennings trabaja, como quien juega mientras pinta, afloran con natu­ralidad los impulsos de su infancia soñadora de niña extraviada entre los bosques y los prados de su país cual los de los libros de cuentos y entre paisajes poblados de molinos por donde creo que aún cabalga encantado el fantasma invisible de Don Quijote. Viendo sus cuadros acude a mi memoria el recuerdo de dos cigüeñas que me saludaron en su país. Una desde su nido sobre el pretil de un puente y la otra en su efigie trascendida en estatua puesta en pie sobre una pata junto a la orilla de un canal portadora de una cesta en su pico con su regalo para el nido de una joven pareja. Cuando Sylvia pinta el mundo que huellan las suelas del calzado y las ruedas de los vehículos se une al que flota sobre las cabezas y conviven…
Una pintura psicológica que no quiere serlo. Una fiereza que se controla. Una inda­gación que se convierte en otras preguntas. Todo en las piezas de Silvia Pennings es conflicto y se resuelve en planos de contradicción. Un resabio del averno matiza­do por flashes de puritanismo y, en el fondo, un pensamiento que se queda solo y lejos. La pintura suplanta la personalidad. La caverna del sentido deviene en fe y puede llegar hasta el juego. Nunca podemos decir si ahí es protagonista la suavidad o la con­vulsión. Los vahos nórdicos han explotado en Carpetovetonia y el color resuelve el conflicto interno. Pero subsiste esa pasión por lo siniestro, por el abismo. El agujero final está siempre en la mirada de la artista que se detiene en el último momento. No por miedo sino por una cierta veneración al control. Aunque no signifique sumisión a las formas que en un tiempo…